Los hombres tenemos el síndrome de la maquina y no podemos escapar de él. Creamos nuestras propias construcciones y nos encerramos en las limitaciones que nosotros, al ritmo de un automata eterno, hemos creado para confinar nuestras ideas. Hay que elegir no seguir el mismo algoritmo para inovar la estructura de lo que somos, hay que elegir no elegir para introducir más información al sistema que nos compone. Hay que elegir ser nosotros para cambiar lo que seremos.
Siento gran entusiasmo por lo que podamos llegar a ser y que tal vez nunca sea.
Soy un emisario de la desesperanza.
domingo, 15 de febrero de 2009
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